Rumanía aunque no lo parezca, es uno de los mayores productores de vino del mundo desde los años 90, puede que en un primer momento si pensamos en este país nos vengan a la memoría los innumerables relatos literarios sobre Drácula y podamos relacionar la sangre con el vino tinto, pero lo cierto es que en Rumania se produce principalmente vino blanco.
En los últimos años varios empresarios europeos han hecho negocio aquí debido a los bajos precios de los viñedos y de los vinos en comparación con el resto de Europa.
Historicamente la tradición vinícola rumana se remonta a unos 5000 mil años, es una de las tradiciones más antiguas del mundo. Era una actividad cotidiana de los habitantes de aquellas épocas ya que las condiciones climáticas y geográficas, con extensas llanuras que se despliegan al sur de los Cárpatos con una insolación abundante a la que sumamos la influencia del Mar Negro, convierten al país en un lugar idóneo para el cultivo y la producción del regalo de Baco.
Desde siempre las diferentes 7 regiones vinicolas en Rumanía cultivaban su propio vino con diferentes uvas, hasta la crisis de la filoxera que azotó Europa y destruyó todo a su paso. La restauración dió paso a la plantación de variedades francesas híbridas resistentes a la filoxera como Chardonay, Pinot Noir, Merlot, Cavernet Sauvignon..
En los años 60 bajo el yugo comunista, e importantes avances como la construcción de grande despositos de acero y diversas técnicas vitícolas, Rumanía entró en el podium de los productores de vinos de calidad, pero los grandes problemas sociales y finalmente la revolución de 1989 hizó sucumbir a la viticultura en una profunda crisis.
Actualmente cuenta con 190.000 hectáreas de viñedo, para producir cerca de 5 millones de hectolitros anuales para situarse el 12º a nivel mundial. Aunque en la última década han avanzado mucho para paliar el desfase tecnológico que padece, que tiene como consecuencia grandes diferencias de calidad en los vinos, también empiezan a mejorar las técnicas de elaboración y cuidado en bodega. A su favor tienen dos puntos fundamentales, la grandisima calidad de sus uvas y el bajo coste de producción.
La mayor parte de la producción de vino es blanco y las variedades Rumanas más conocidas son: Feteasca Alba, Crampoise y Feteasca Regala. Las Feteascas producen vinos secos o semisecos con poco alcohol, finos y florales y la otra vinos frescos y futales con buena acidez.
Aunque la producción de vino tinto es muy baja, la variedad Feteasca Neagra produce vinos con un intenso color rubí y sabor a grosella negra que se suaviza y esta mejor con el tiempo. Tambien producen vinos aromáticos a partir de las variedades autóctonas Busuioaca de Bohotin y Tamaioasa Romaneasca.
Rumania es un diamante en bruto en lo que a Viticultura se refiere, y cuando despierte enólogos de todo el mundo vaticinan que no tendrá problemas en ponerse a la cabeza mundial de la producción de vinos de calidad, asi que hay que estar muy atentos a como evolucionan.
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